“Llegará el paráclito de parte del Padre”.
Homilía Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo De Texcoco
Solemnidad de Pentecostés
20 de mayo de 2018.
“Llegará el paráclito de parte del Padre”.
Mis queridos hermanos, que bueno que en la fiesta de Pentecostés, como la iglesia de Jerusalén, también nosotros estamos en un mismo lugar, esperando, aguardando el Espíritu, y es emocionante, yo si quiero compartirlo claro, más claro que pueda, que en esta ocasión a mí me llena la nobleza del Espíritu Santo.
La vida es dura, tenemos tantos problemas, muchos retos, muchas desilusiones, tantas cosas difíciles; para los cristianos existe, hay, llega algo totalmente nuevo, sorprendente, es una sorpresa preciosa el Espíritu Santo, frescura de Dios, verdad de Dios, plenitud, regalo, don de Dios. Y quiero junto con ustedes mis queridos hermanos pues, recoger y disfrutar estos elementos tan sencillos que nos dice nuestro Divino Señor acerca del Espíritu Santo. Él procede del Padre, obedece, trae el patrimonio del Padre, también el de Jesús, vive del don del Padre, lo que escucha, lo que ve en el Padre, lo que ha recibido del Padre, eso nos trae. También a eso añade todo lo de Jesús para nosotros, ‹‹también les traerá, les recordará, les enseñará todo lo que yo les he enseñado››.
Y luego nuestro Divino Señor resalta dos aspectos preciosos, por eso vuelvo a repetir, cómo necesitamos el matiz, la característica como personas, como creyentes, el toque del Espíritu Santo: mucha nobleza, mucha delicadeza, infinita cortesía, un glamour infinito. “Él les hablará bien de mí, dará testimonio de mí”, ¿por qué recalco esas palabras de Jesús? Es habitual, imprescindible que nosotros hablemos unos de otros ‹‹lo conoces, ¡sí!, lo has visto, ¡sí!, te consta sí, que te parece, no pues así y así››. Todos, todos por lo general, y cuando menos esperamos, o en tantas ocasiones en que se necesita, tenemos que hablar de otra persona, hay que hacerlo al estilo del Espíritu Santo: con mucha nobleza, con mucho gozo, con delicadeza, “dará testimonio de mí, Él va a hablar bien de mí, yo me voy a sentir muy a gusto con lo que el Espíritu les diga, les enseñe, les platique de mí”. Cosa como digo, no pasa entre nosotros.
Hoy existen personas especializadas en hablar mal, en difamar, en desnudar, en ridiculizar a los demás; a toda hora jueces, ministerios públicos, policías, tribunales; cómo necesitamos el Espíritu Santo, cómo hemos de aprender del Espíritu Santo, a sembrar el bien, a recoger la bondad de Dios en las personas, a fijarnos en la verdad que cada quien lleva ¡nadie es completamente malo!, Qué bonito sería que entre nosotros hubiera más apoyos, qué bonito sería que entre nosotros hubiera esa alegría, esa iniciativa a flor de piel de resguardar lo sagrado, lo bueno de las personas. Como el Espíritu Santo, a toda hora hablar bien del Padre, llevarnos al Padre, conectarnos con el Padre y con su Hijo Jesucristo pero en una forma deliciosa.
De eso, queridos hermanos: “dará testimonio de mí, platicará de mí”, viene un segundo momento, precioso: “Y Él me glorificará”. Nuestro mundo está lleno de porquería, desastres, casi todos caídos, hechos a un lado, desconfianzas, descalificaciones; ahora por desgracia, espero que en estos periodos de elección en México no suceda así, sino que nosotros, otra vez los cristianos salgamos a hacer un acto de amor por México con calidad, con distinción, con discreción, con la fuerza del bien, del servicio, del amor. Y dice “Él me glorificará”; no le da gusto al Espíritu Santo ver personas caídas, derribadas, hechas pedazos, “Él me glorificará”.
Hermanos ¿cuándo aprenderemos nosotros a vivir, a ser, a hablar como el Espíritu Santo? Si trabajamos, si cultivamos el universo, el sistema del bien terminamos glorificando, enalzando, enalteciendo a las personas. “Me llenará de gloria”, decía Jesús. Y eso que es de Dios, es para nosotros, es para aprender a vivir, eso es para llevarlo a la vida cotidiana, a nuestra conducta, a nuestras relaciones habituales, a todos los días de nosotros; ¿por qué hemos de ver con alegría que unas personas están sucias, están sufridas, están descalificadas? Bueno, hoy el Espíritu Santo nos enseña a descubrir, a manifestar el bien de nuestros semejantes para que se llenen de gloria, para que terminen victoriosos, felices; que esa sea nuestra conducta y experiencia de todos los días. Así sea.