“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor”.
Homilía Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo de Texcoco
19 de agosto de 2018.
“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor”.
Queridos hermanos y pensar, que esto les parecía y les pareció a los judíos un absurdo; hasta la fecha en el universo de la fe, a veces dentro de la misma Iglesia, a muchas personas les sigue pareciendo poca cosa, sin importancia la Sagrada Eucaristía. Cuando se nos regala la Palabra, el Espíritu, se nos regala el Cuerpo, la Sangre del Señor, se nos regala el ministerio de los sagrados pastores, se nos regala la certeza de cosas tan sencillas como esta.
El que está en Dios, quien se adhiera, quien se junte, quien esté con el Mesías siempre tendrá casa, comida; pero hoy, una palabra solemne, preciosa: “banquete, vino exquisito, mesa, una mesa con familia, con amigos, un solo pan”. Mis queridos hermanos ¿podremos despreciar esto? La sagrada Eucaristía es todo ese universo, ese sistema de vida tan elemental, tan sencilla; nos enseña a cuidar la mesa, a cuidar el vaso en que bebemos, la copa; nos enseña a cuidar la casa, nos enseña a comer calientito, exquisito, bien sazonadito; nos enseña a convivir, a recoger fuerzas que no nos imaginábamos. Casi siempre antes de comer llegamos con caras largas, llegamos un poco hasta desconfiadones, no sabemos, las cocineras están desconfiadas no saben si salió bien su guiso, y los que vamos a comer no sabemos que nos van a dar y si va a estar sabrosito; pero una vez que comemos, una vez que abrimos el corazón, una vez que nos hacemos receptivos, resulta otra cosa muy agradable. Eso es lo que quiere Dios, eso es lo que tiene Dios para nosotros; y a partir de Cristo eso que es tan necesario. y además tan delicioso, desde que llegó Cristo, eso nunca se acabará, perdura hasta la eternidad, elevado a lo sublime, a lo que nunca nos podremos imaginar de grande, de hermoso, de atractivo, de divino.
Y bueno, queridos hermanos, para que siempre tengamos acceso a la mesa, a la casa, al banquete, al vino, se nos dan pistas muy sencillas, muy bonitas, incluso comienzo con esta: Ser sencillos. Decía Jesús «yo te bendigo Padre porque estas cosas grandes, no se las diste a los grandotes, a los sabios, a los poderosos de la tierra ¡no!, a los chiquitos, a los sencillos, a los niños, a los que son como niños», sean juiciosos, tengan juicio, prudentes.
El texto de Proverbios nos dice “prepárense, no dejen que la ignorancia los domine”, no sean ignorantes, una persona ignorante se hace mucho mal y daña, hace mucho mal, igual que una persona violenta; es más, una persona violenta a veces hace una sola acción mala muy fea, pero una persona ignorante por donde vaya pasando, pues va tomando decisiones equivocadas, y no va haciendo las cosas como se deben
Y dice el texto: “tengan gusto por aprender”, ustedes tengan esa capacidad buena de disfrutar la vida. ¿Quién se iba a imaginar por ejemplo que hoy, a toda la Iglesia se le dice, se le motiva «vive, disfruta la vida». No tengas lengua mala, irresponsable, hiriente, aleja todo engaño, ni siquiera en tus labios, mucho menos en tu alma, nunca engañes, no seas ventajoso, apártate del mal, haz el bien y busca la paz.
En la carta del apóstol san Pablo, mis hermanos, vuelve a repetir “no sean insensatos”, o sea, gente que no siente, que no se fija, que no le afectan las cosas, hay gente muy dura, muy irresponsable, sistemáticamente pegar, estar amolando a los demás ¡no!; ustedes no sean insensatos, cuidadosos, vean que los tiempos son malos y se los llevan, pues se los llevan entre los pies; reflexionen, busquen, entiendan, la sabiduría, el deseo íntimo de Dios, no se embriaguen porque se hacen libertinos; llénense del espíritu, llénense de sentimientos buenos con los cantos, los himnos, los salmos, y háganlo de corazón en nombre de Nuestro Señor, denle gracias, es el Padre de todo; en su nombre se nos ha regalado el “Pan de vida”, Jesucristo, Nuestro Divino Señor.
Pues, queridos hermanos vuelvo a repetir lo que nos dice el Salmo 33: “Aprende a vivir, a disfrutar la vida, yo te voy a enseñar”, dice el Señor. Gracias Padre Dios porque esta tarde, este día nos enseñas a nosotros y a toda la Iglesia. Amén.