Homilía Mons. Juan Manuel Mancilla Sánchez, Obispo De Texcoco

10 de diciembre de 2017

“Mi ángel bajo tu mirada”.

 

Queridos hermanos en el santo tiempo del Adviento a todos nosotros se nos sigue regalando este mensaje excepcional: Dios ha enviado, enviará, para los israelitas enviará al Mesías, a su propio Hijo, y Él nos hablará de Dios, nos acercará a Dios, nos encauzará a Dios.

Es la palabra que se hace carne, eso significa: “Cristo es el mejor lenguaje de Dios” nadie ha hablado tan claro, tan acertadamente, con tan buenas bases sólidas, profundas, trascendentales como Jesús; en verdad Él conoce, convive, ha estado con Dios desde toda la eternidad y no se perdió ni un solo instante de todas esas mociones, de todo ese trayecto y de esa proyección y riqueza que hay en Dios; Jesucristo por lo tanto es la única voz autorizada en el mundo para hablarnos, para enseñarnos y conducirnos a Dios.

Hoy hemos escuchado el capítulo primero del Evangelio de San Marcos y, este evangelista tiene una peculiaridad, lo único que le interesa es que a la Iglesia, que a los hombres, a los hombres de buena voluntad les quede bien claro que Jesús es el Hijo de Dios. Palabra, narrativa, historia, dinamismo de Jesús el Hijo de Dios; a Marcos no le interesan otros títulos, por decir, que si el Maestro, el Sabio, el Mesías; a él le interesa que el pueblo descubra que Jesús es de Dios, total, profundamente de Dios, Hijo de Dios, el que ha traído, porqué lo lleva, la mejor relación con Dios, como la relación de un hijo con su padre, como la relación de un hijo con su madre que se convierte en una relación muy fuerte, en una relación que no se puede cortar, que no se puede esconder, así Jesús viene como el Hijo de Dios. 

Es tan importante pues que valoremos, que disfrutemos, que aprovechemos la figura del Hijo de Dios, que el evangelista rápido nos manda, nos remite a los profetas. Los profetas son esas personas conducidas por el espíritu, acreditadas para irnos dando poco a poco, con limitaciones, con sombras el misterio de Dios. Pero la luz resplandeciente de Dios se llamará Jesucristo, pero de todos modos los israelitas habían conocido un poquito de Dios a través de los profetas, los israelitas se habían ido sensibilizando sobre la obra de Dios a través de los profetas, eran los profetas los que conectaban a la humanidad con Dios, y estaban adelantando algunas actitudes, algunas conductas que teníamos que observar para ser dignos, para aprovechar bien el don de Dios. Por eso el evangelista Marcos inmediatamente nos habla del Bautista que es un hombre enraizado en los profetas, con estilos proféticos, palabras proféticas, sabor a profeta, pero lógico ¡no es él la Palabra, no es él el Maestro definitivo!

Al principio del cristianismo muchas comunidades pensaron pues, como que era más atractivo, que era más impresionante el bautista, lo dice hoy el Evangelio, como hablaba, donde estaba, como vestía, qué comía, y muchas personas como que decían “no pues yo me voy con el bautista, me parece un camino más seguro, me parece un hombre más sacrificado, me parece un hombre más virtuoso”, porque llegará Jesús y él será simplemente un hombre, una persona; Cristo será muy sencillo, Cristo será muy libre, Cristo será muy espontaneo, Cristo Nuestro Señor será una persona verdaderamente en comunión con los chiquitos, los grandes, los sabios, los ignorantes, los virtuosos, los pecadores, Jesucristo es para todos, Jesucristo ama a todos.

En cambio el bautista marcaba su raya, en cambio el bautista exigía, en cambio el bautista nos inclinaba hacía la penitencia, la acética, el puro sacrificio y no hermanos, el autorizado para decir cómo debe ser la vida humana es Jesucristo, que tuvo amigos, que caminó, que subió, que durmió, que busco descansar, se iba a un campo de siembra, se iba a un campo de pastores, se iba a lugares donde tal vez estaban haciendo el pan, o donde las mujeres convivían y Cristo Nuestro Señor, una libertad, una delicia acompañarlo, escucharlo, convivir con Él, en pocas palabras, porque así es Dios. Dios es una sencillez, familiaridad, Dios es cercanía, Dios es comprensión, Dios es medicina, Dios es felicidad, Dios es autoestima, Dios es comunión, Jesucristo nos enriquecerá en pocas palabras en una forma limpia, en una forma inocente, en una forma agradable. 

Miren, por ejemplo, el Bautista ciertamente en su predicación afirmaba: Quiten todo lo torcido porque eso no es de Dios, impide el camino de Dios, la manifestación de Dios. ¡No, no sean chuecos! diríamos en México, no sean chuecos, no sean rasposos, una persona rasposa que nomás te le acercas y ya está respingando y ya está agrediendo, y ya está desconfiando, ¡no! quiten todo lo rasposo, Dios no es así, Jesús no será de esa manera: prepotencia, Dios no es prepotente, y Dios nos ha demostrado con su ocultamiento físico, con qué respeto Él dirige la historia y a las personas.

Que todo monte elevado, es una manera de hablar de los seres humanos, el elevarse, el sentirse muy acá, y también, los valles o las gargantas, los acantilados, todo lo que pudiera oír, todo lo que pudiera expresar negatividad o depresión, huidizos, ¡No, levanten el ánimo! no anden siempre con cara triste o deprimidos o pesimistas, los pesimistas, pues no van a poder entender a Dios, porque Dios no es pesimista, y no van a poder ayudar a que se refleje esa energía tan bella de la salvación y del amor del Señor. 

Pues queridos hermanos, el Evangelio de hoy, a nosotros nos ayuda, nos prepara para que cuando la Navidad esté ya celebrándose sepamos cuál es el centro, la grandeza del misterio. Se trata de una persona, se trata de alguien que bajo todo punto de vista nos hablara de Dios, nos acercará a Dios, nos enriquecerá con los dones de Dios. Así sea.